EL Chavo del 8.. 30 años después.

Si hablamos del Chavo del 8, generalmente lo primero que se nos viene a la mente son las travesuras y graciosa terminología de cada uno de ellos; y es que más de 3 décadas en la televisión ecuatoriana y mundial han hecho que no precisamente se relacione al Chavo con un programa de televisión sino mas bien con un estilo de vida latinoamericano, con un contexto en el cual cada persona puede sentirse identificado.

Todas estas características han permitido que el Chavo forme parte de nuestra historia, de nuestra vida y cotidianidad y que varios años después, todavía uno se pregunte cómo realizaban algunos efectos de producción para la época o cuál era el formato de edición que utilizaban. Sin duda la creatividad y el ahínco por sacar el show adelante permitió que se conjugen aspectos fundamentales para el éxito mundial del programa.

Debo confesar que hace pocos años pensaba que el chavo era un show burdo y simplón que no aportaba nada al desarrollo intectual de una persona, pero ahora, algunos años después donde ya no sólo nos invaden los realities sino los programas de farándula inescrupulosa en muchas ocasiones, este programa mexicano se convierte en una oda a la inocencia de los niños, de los vecinos y un tributo a la sabiduría cotidiana que sabe como "contar con su astucia" para vivir.

Lastima que una producción prodigiosa para la época se hay convertido en un show mediático años después gracias a divergencias profesionales sobre la autoría de personajes como quico y la chilindrina. Son propiedad de su creador literario o de del actor quien los dió "vida"? Esas preguntas no se han podido responder en el ámbito profesional y se lo ha llevado a vanas discusiones personales que representan una carencia de argumentos éticos y laborales para tomarse como suyos los personajes que son propiedad de su autor ( lo siento, no puedo evitar reflejar mi posición a favor de un creador literario, Roberto Gómez Bolaños).

En fin, en pleno 2011 el chavo se sigue reinventando para poder seguir siendo parte de nuestros hogares desde un dibujo animado hasta un juego de video; toda una transformación escénica que demuestra que todavía se puede contar con productos audiovisuales que reflejen nuestra cotidianidad y puedan seguir divirtiéndonos sin importar la edad.