Monday, July 12, 2010

EL BUCEO, FUERA DE LAS LUCES Y EL GLAMOUR






Hace poco tiempo tomé la decisión de tomarme unos días de descanso y lograr un objetivo difícil de hacerlo en días normales: relajarme y simplemente disfrutar!

Bajo esa consigna, casi de guerra subí a los tiempos a un avión y me armé de valor para cumplir con esta auto asignación.

Tres horas después de mi viaje, República Dominicana me dió la bienvenida. El aeropuerto de Punta Cana ya era un aviso de lo que venía, un ambiente propicio para el descanso y casi un paraíso porque sus instalaciones parecían las de un spa 5 estrellas.

Al amanecer del primer día recordé mi primera misión: vine aquí para descansar ( hacerme un masaje) y bucear, pues vamos a lo mas duro primero y el resto va a servir de relajación, pensé!..

Han pasado mas de 5 años desde que practiqué mi último deporte extremo y lo que fue una caída practicando rafting y haciendo paracaidismo representó para mí lo que consideré el fin de mis locuras hasta que se me metió entre ceja y ceja que era momento de romper un miedo: Bucear!.

Me armé de valor, tomé 80 dolarotes que costaba el rápido curso de buceo y le dije al señor: Hay tiburones allí? ( uno no sabe cuanto extraña la adrenalina hasta que empieza a pensar en estas cosillas)

Que no! fue su repuesta, así que no tuve mas remedio que creerle y como él bien lo notó tomar la tarea nuevamente de tratar de relajarme y tratar de disfutar: digo tratar porque el familiarizarse con la máscara no es fácill, da naúseas, da sensación fea de asfixia y te hace recordar a aquella película donde dos buzos fueron dejados de su excursión por haber desobedecido las instrucciones de su jefe. Sí, la mente femenina puede llegar a pensar en todo eso mientras oye las instrucciones del profesor que insiste e insiste: relaaaaaaaaaaaaaajate.

Ya cuando estaba " relajada" y tras mi rápido curso en la piscina del hotel no tuve mas remedio que ir a donde el instructor verdadero, armarme de valor e iniciar con una aventura tipo Discovery Channel o Natgeo donde pensé que si ellos pueden porqué yo no!. Ellos se los ve felices, intrépidos, sin dolor de oídos, siempre bien peinados, audaces buscando mantarayas, tiburones, peces espada y todo tipo de criatura marina, medio fácil ha de ser.(dicho ecuatoriano jejeje).

Al pisar tierra firme descubrí a que pese que estaba en el Caribe el paradigma de tecnología y bienestar que transmite el Discovery era netamente lo que todos sabemos: televisión!!. El super barco de la televisión se convirtió cual cenicienta en una lancha, el equipo de producción se limitó a Verónica Miño y el instructor por lo cual el glamour del buceo inició cuando tuve que caminar como patito llevando el tanque de oxígeno y empujando la lancha para salir al mar, sí, la lancha para salir al mar.

Lo único que si fue como las películas fue cuando estábamos en alta mar y tuve que caer de espaldas hacia el agua, eso sí lo sabía porque lo ví en la tele y disfruté mucho haciendolo porque el instructor no paraba de recordarme: tranquila, estoy acá!

Iniciamos la travesía de a poco, primero fue tipo snorkeling y con santa paciencia del instructor que tuvo que aguantar mis ataques claustrofóbicos, nerviosos y mega asustadisos por mi falta de experiencia, literalmente me tomó de la manito y me acompañó al fondo del mar ( 1o metros para ser exactos).

El viaje no fue fácil, cuando logré olvidar donde estaba y logré asimilar que la máscara me servía para respirar pese a que no lo sintiera, disfruté del mar, hasta tiempo me dí para payasear, para sentirme libre y ver aunque sea de lejos a las criaturas marinas, alimentar unos cuantos peces y nadar en un terreno desconocido.

A ratos duelen los oídos ( por eso la pose al estilo Juan Luis Guerra y 4.40 en la foto), es la presión de la profundidad la que te hace recordar que eres un visitante pero mas puede el orgullo y la alegría del aventurero lo que hace que resistas y prestes atención al silbato de tu instructor que tiene una curiosa campanilla para avisarte de los peligros.

La travesía fue buena, valió la pena, es un mundo desconocido y apasionante el que hay debajo del mar, no sé si lo volvería a hacer, pero sé que lo disfruté no precisamente porque fuera fácil sino porque lo logré!.

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