Cuando era pequeña mis novelas favoritas eran las venezolanas y mexicanas.
Abigail y Quinceañera eran dos de las tantas novelas que sabia ver a escondidas de mi padre, quien por alguna razón desconocida para mi, me tenia prohibido ver esas cosas “interesantes”, pero yo como buena niña rebelde me jugaba la vida para ver lo que consideraba era buena programación para el alma y entretenimiento diurno.
Con el pasar de los anos hasta convencí a mi abuelita de ver novelas como “dos mujeres y un camino” o “mi pequeña traviesa', ella era mi resguardo y mi papi no podía decirme nada ya que estaba con abuelita jejejejje. Todos esos dramas los seguía durante los veranos e incluso le escribía para preguntar como andaban los avances en las novelas ya que en aquella época (80’s y 90's) a Ecuador llegaba dicha programación con relativa tardanza lo cual constituía una mini tragedia para mi.
Hasta hace no muy poco tiempo podía ver algunas novelas brasileñas y las disfrutaba con relativa comodidad. Sin embargo, fue un día cualquiera donde al hacer uso de mi tiempo libre que el significado de una novela cambio para mí y se convirtió en algo que me dio miedo: un paradigma, un reflejo equivocado de una sociedad, de una realidad y de una mujer. Como puede ser que en pleno siglo 21 sigamos viendo y disfrutando de novelas donde se ve a mujeres que solo pasan llorando, sufriendo, dependiendo y haciendo todo para que ese alguien se convierta en “merecedor de su amor”?
Como podemos sentirnos identificados con una novela que habla de amantes como algo normal y rara vez refleja a una mujer luchadora, independiente y solo cuenta parte de una realidad como es la infidelidad e infelicidad?
Si bien es cierto un ama de casa necesita distraerse de sus labores cotidianas, este esparcimiento debería apoyar y fomentar a una cultura de paz, de crecimiento y de desarrollo, no solo de sufrimiento, dolor y dependencia. Es quizás por no salir de este patrón de comportamiento y de reflejo erróneo de una realidad, que no progresamos como seres humanos y no podemos romper muchos círculos, especialmente los vinculados a violencia en contra de la mujer; ya que lo como nos sentimos identificados con imágenes de dolor, son muy pocas las razones que nos recuerdan nuestras virtudes, capacidades y derechos.
Ya es hora de cambiar de referentes!
PS: mi papa tenia razón en cuanto a las novelas, pero no le digan por favor! ;)
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